LOS ENEMIGOS DE LA ALIMENTACIÓN SANA
LA IMPORTANCIA DE SABER QUÉ COMEMOS
El procesamiento industrial se vale de sustancias químicas para lograr que los productos lleguen al consumidor con determinadas características; casi todos estos agentes extraños a nuestra naturaleza, son sintetizados en laboratorios y muchas veces resultan “invisibles” por más que tengamos la voluntad de leer las etiquetas. Todos los estudiosos de la alimentación natural, coinciden en desconfiar del carácter inocuo de estos agregados, fundamentalmente porque la información suele ser escasa y confusa. De hecho, muchos aditivos están prohibidos en otros países porque tienen altas sospecha de una alta toxicidad.
¿Cuáles son los ingredientes que deberíamos evitar o al menos ingerir con mucha moderación?
COLORANTES ARTIFICIALES: Los colorantes de síntesis químicas acumulan diversas evidencias toxicas y cancerígenas. Entre otros podemos citar el E110 (amarillo ocaso, depresor del sistema nervioso y posible causante de convulsiones, parálisis, dermatosis y trastornos gástricos; o el E150 (caramelo), cuya peligrosidad quedó de manifiesta con la prohibición de usarlo en bebidas colas en Estado Unidos. Pero la más características es la tartrazina, que propina color rojo amarillento a gelatinas, gaseosas, conservas y golosinas; se la asocia con la aparición de asma, urticaria, rinitis, reacciones alérgicas, manchas en la piel, visión borrosa, broncoespasmos, migrañas e insomnios
CONSERVANTES: Pensados para inhibir procesos como la putrefacción y la fermentación, al ingerirlos, continúan haciendo ese proceso en nuestro organismo lo que puede afectar a la flora intestinal y al hígado, ya que sus funciones dependen de las reacciones enzimáticas que los mismos conservantes bloquean. El más popular es el benzoato de sodio, un tipo de sal muy utilizado en gaseosas al que se lo ha vinculado con trastornos como déficit de atención, cirrosis y enfermedades degenerativas. Otro de los mas objetados son el nitrito y el nitrato de sodio, de uso habitual en carnes procesadas y pescados
EDULCORANTES NO CALÓRICOS: Son agentes extraños que nuestro organismo no reconoce. Nuestro código alimentario autoriza el uso de sacarina, ciclamato, suclarosa y aspartamo. Sobre todos ellos, el aspartamo, existen infinidad de estudios que demuestran su toxicidad.
JARABE DE MAÍZ DE ALTA FRUCTUOSA: Es una endulzante industrial obtenido por hidrolisis de almirón y dado que el fructuosa es el azúcar de las frutas, mucha gente cree que este producto es saludable; pero al comer fruta, la fructuosa ingresa al cuerpo acompañada de fibra y fitonutrientes, que modulan y amortiguan su paso al flujo sanguíneo, al consumir este jarabe refinado, no hay freno y se observa una rápida absorción a nivel celular, convirtiéndose en una fuente incontrolada de carbono, que a su vez se convierte en colesterol y triglicéridos
GRASAS HIDROGENADAS (GRASAS TRANS): Son el resultado de la hidrogenación: un método químico que transforma aceites vegetales en grasas sólidas, elevando su punto de fusión con la intervención de hidrogeno y un catalizador. Se encuentran incorporadas a un amplia gama de productos, ya que mejoran su apariencia y les confieren mayor estabilidad, durabilidad, y versatilidad, está probado que su ingesta eleva los niveles de colesterol y triglicéridos
REFINADOS: Las bondades de la refinación, mito fundacional de la industria alimentaria, están siendo puestas en tela de juicio. Bajo la máscara de “purificar” ciertos productos (el objetivo real es volverlos no perecederos) se termina por quitarles varios de sus elementos más nutritivos. Tanto el azúcar (sacarosa) como la sal (cloruro de sodio) y la harina son considerados venenos blancos por los naturistas. Según ellos, por ejemplo, el azúcar refinado descalcifica y aporta calorías vacías: engordan sin nutrir, despojado de sus minerales y vitaminas.
SABORIZANTES: De los “realzadores” o “potenciadores” de sabor que encontramos en diversos alimentos- desde conservas y hamburguesas hasta caldos, snacks, fiambres y condimentos- uno de los más cuestionados es el glutamato monosódico (GMS). Tiene reconocido carácter adictivo y se lo relaciona con una larga lista de problemas de salud. Detectarlo no siempre es fácil dado que las etiquetas “lo camuflan” bajo denominaciones alternativas como “proteína vegetal hidrolizada” o “acido glutámico”
TRANSGÉNICOS: La manipulación genética de semillas acumula una nutrida legión de detractores. Para los expertos, “generan alteraciones significativas e imprevisibles en los alimentos; mayor toxicidad en la planta debido al empleo de agroquímicos, empobrecimiento del suelo, reducción de la biodiversidad y daños ambientales”. Estos cultivos permiten obtener granos y vegetales de apariencia atractiva y bajo precio, pero menos nutritivos y cargados de sustancias toxicas.
CARNE DE CRÍA ESTABULADA: Para quien le resulte imposible dejar de comer carne, convendría optar por la que proviene de métodos naturales de crianza. La producción industrial se maneja con parámetros de eficiencias y rentabilidad en establos, feedlots, corrales, jaulas y otros espacios de confinamientos en los cuales la carne deja de ser rica en grasas poliinsaturadas y se carga de grasas saturadas, además de otros componentes tóxicos
LAS LISTA ES LARGA Y PUEDE PARECER UN EXTREMO PRETENDER CUIDARNOS DE LOS “EFECTOS COLATERALES” DE LA INDUSTRIALIZACIÓN. LO CIERTO ES QUE LA VIDA MODERNA NOS HA ACARREADO INCONVENIENTES DE SALUD ANTES IMPENSADOS.
ES HORA DE PENSAR EN QUE MUCHOS DE ELLOS TIENEN GRAN INCIDENCIA EN LA AILIMANTACIÓN.
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