LA NATURALEZA MEJORA NUESTRA SALUD PSICOLÓGICA
¿Te has preguntado por qué nos gusta tanto estar rodeados de espacios naturales? Entre otras muchas cosas porque nos hacen sentir mejor, porque mejoran nuestra salud física y psicológica o -como demuestran diversos estudios- incrementan nuestra felicidad al disminuir nuestros niveles de estrés.
Un motivo más de los muchos para proteger la naturaleza.
A más naturaleza, más salud
Estar en contacto con la naturaleza mejora nuestra salud física y psicológica, nuestra calidad de vida, y puede jugar un papel importante en la prevención de algunas enfermedades, según múltiples investigaciones a nivel mundial.
Distintas evidencias de salud recopilan que, los beneficios de estar en contacto con un entorno natural en nuestra salud son muy diversos: mejora nuestra calidad de vida percibida, reduce la morbilidad (la cantidad de personas que enferman en un lugar y un período de tiempo determinados) y la mortalidad.
Asimismo, incide en un menor sobrepeso y obesidad, ayuda a mantener la salud cardiovascular, contribuye a la salud mental, tiene un efecto de soporte y cohesión social que contribuye al bienestar, y puede promover una recuperación más rápida de la enfermedad.
Diferentes estudios demuestran que bosques, montañas y espacios azules (mares y ríos) son los espacios preferidos por la mayoría de los humanos, siempre que se perciban como seguros.
Visionar la naturaleza también trae beneficios para la salud
Desde los años 90 del siglo pasado ya se sabe que las imágenes o vídeos de naturaleza inducen una recuperación fisiológica mediante la mayor activación del sistema nervioso parasimpático y también una recuperación psicológica del estrés.
En contrapartida, el entorno urbano tiende a requerir un esfuerzo cognitivo más alto y se asocia a un estado de ánimo negativo.
Margarita Triguero-Mas, especialista en naturaleza y salud en diversos centros de investigación (MIT, UAB, ISGlobal), indica que hay estudios que
“analizan efectos a corto plazo, y prueban cómo el contacto con la naturaleza entre 10 y 30 minutos puede cambiar nuestra presión sanguínea, frecuencia cardiaca, estrés o estado anímico».
«Diferentes estudios a largo plazo señalan una reducción de la mortalidad al vivir cerca de espacios verdes, mejor salud mental, mejor salud autopercibida, mejor forma física, menor toma de medicamentos, entre otros hábitos saludables.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recordaba en un informe dedicado a los espacios verdes y la salud que los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas reclaman proporcionar acceso universal a espacios verdes y públicos seguros, inclusivos y accesibles, en particular para las mujeres y los niños, las personas de edad y las personas con discapacidad.
¿Tenemos trastorno por déficit de naturaleza?
El “Trastorno por Déficit de la Naturaleza” (TDN) es un concepto creado en 2005 por el periodista Richard Louv en su libro El último niño en los bosques, que se convirtió en un best-seller. Según este autor, pasamos cada vez menos tiempo al aire libre y más en espacios de interior, lo que nos estaría provocando una gran variedad de problemas de salud física y mental, en especial en los niños.
Sin embargo, el TDN no está reconocido en ningún manual médico o vademécum de psicopatologías, y en epidemiología es un concepto que apenas se usa.
José Antonio Corraliza, catedrático de Psicología Ambiental por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y experto en espacios naturales y salud, reconoce que
“la expresión es inadecuada, pero es un concepto potente para llamar la atención sobre ese estilo de vida infantil que genera problemas de salud, caracterizado por la falta de contacto directo con la naturaleza”.
Por su parte, Triguero-Mas, sostiene que es preferible hablar de los beneficios del contacto con la naturaleza, de los que sí hay evidencia científica. La experta del ISGlobal matiza que
“siempre que salen estudios con niños parece que tienen más repercusión, pero no hay muchos más estudios en niños que en adultos. Otra cuestión es que les afecte más porque posiblemente tendrán consecuencias a lo largo de su vida, casi como cualquier aspecto ambiental”.
En este sentido, las investigaciones realizadas por Corraliza señalan que los niños con mayor naturaleza cercana tienen menor nivel de estrés percibido y más capacidad de afrontar eventos estresantes:
“Estar en contacto con la naturaleza nos hace más fuertes para prevenir problemas de salud”.
“La naturaleza es un buen recurso para promover condiciones de bienestar y salud, porque la salud no es solo la ausencia de enfermedad, sino que también se trata de tener condiciones para estar bien”.
Los estudios de este especialista de la UAM también apuntan que los niños en contacto con la naturaleza además de estar mejor “son mejores”, ya que aumenta su conciencia ecológica.
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